Madrid, 20 de marzo de 2011. Un tercio de entrada. Novillos de Hermanos Sánchez Herrero, que lidiaba por primera vez en la plaza de Las Ventas, de buena presentación en general, pero sin transmisión ni clase. Patrick Oliver (de lila y oro), silencio y silencio. Cristian Escribano (de verde hoja y oro), saludos y palmas. Damián Castaño (de blanco y plata), silencio y silencio. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por las víctimas del terremoto de Japón.
Parte médico de Cristian Escribano: ´Herida por asta de toro en el tercio medio de la cara anterior del muslo derecho con una trayectoria de 15 cms. Pronóstico leve salvo complicaciones´
La novillada de Hermanos Sánchez Herrero, bien presentada en general, resultó luego de pobre juego. Destacaron el 4º y 6º (lidiado en quinto lugar, a la espera de la recuperación de Escribano), que tuvieron algo más de transmisión. Primero, segundo y tercero pecaron de falta de clase, con la cara alta y sin entregarse. El 4º se llevó al matadero algo más de lo que mostró en la muleta de Patrick Oliver.
Y es que el torero francés dejó que se escapase un poco su segundo, si bien es verdad que presentó algunas complicaciones; el novillo pedía que se le bajase la mano, pero sus pocas fuerzas hacían imposible torear por abajo. Con su primero demostró tener las ideas claras, y saber de qué va esto. Le busco las cosquillas al desrazado novillo, especialmente con la mano izquierda, con la que consiguió muletazos de calidad.
Cristian Escribano, por su parte, poco pudo hacer con su primer novillo. Un animal noble pero sin clase ni transmisión que imposibilitó que el de Getafe —acompañado por numerosos vecinos en las gradas— mostrase sus cualidades. Al entrar a matar el novillo le corneo provocándole una herida de 15 cm en el muslo derecho. Tras saludar paso por la enfermería pero salió a matar su segundo (lidiado en último lugar). Se encontró con un toro noble, con algo más de transmisión. El novillero getafense se mostró con oficio y fue muy ovacionado por sus paisanos. Mató de media estocada tras tres intentos acabados en hueso, lo que le privo de una –discutible– oreja. Quizá tenga demasiadas manías para tan poco tiempo en esto de ser torero.
Damián Castaño no pudo hacer nada con el tercer novillo de la tarde, de embestida corta con la cara a media altura y sin transmisión. Otro cantar fue su segundo. Al público, aburrido por lo que estaba deparando la tarde, no le llego una faena trabajada y de mérito. Supo darle la distancia que el toro necesitaba, presentando la muleta planchada y por delante, dando muletazos profundos y de calidad. Fue lo mejor de la tarde. Mato mal y le privo de una mayor repercusión en un aburrido tendido que posiblemente esperaba a ver si su torero salía o no a matar el sexto.
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