Bonita por fuera, mansa por dentro

por | 13 Oct 2011 | Temporada 2011

ZARAGOZA. Novena del abono. Menos de media plaza. Toros de Alcurrucen, de excelente presentación, pero mansos y de mal juego; con todo, sobresalió en especial el 5º y algo menos el 3º, los restantes poco aptos para el lucimiento,  Curro Díaz (de verde agua y oro), pìtos y silencio. Juan Bautista (de burdeos y oro),  silencio y ovación.  Leandro (de grosella y oro), vuelta al ruedo tras petición y silencio.

La entipada corrida de Alcurrucen, toda ella de preciosa lámina, ha bajado notablemente con respecto a otras que ha lidiado este año. Abundó más que nada  la mansedumbre y la falta de raza, hasta el grado de poder justificar el poco lucimiento que alcanzaron con ellos los espadas de la terna. A este criterio hay que hacer básicamente dos excepciones: el quinto fue un toro enrazado y con nobleza; el tercero también tuvo un punto de nobleza, aunque era de menos fondo. Pero aún con las excepciones precitadas, no andará contento don Pablo Lozano con el comportamiento de sus toros.

Poco se le puede pedir a Curro Díaz con un lote imposible, de los que no permitían ni un detalle suelto. En cambio, si se le puede pedir, porque estaba a su alcance, que pusiera un poco de más orden en la lidia: la del primero resultó un auténtico desbarajuste. Vale que sus toros eran mansos y reservones, pero esas dos condiciones no está reñidas con el orden que exige la lidia.

No sé lo que pensará el torero, pero tengo para mí que el cinqueño que hizo quinto se le fue a Juan Bautista con las orejas puestas. A un toro encastado y con su grado de nobleza no se le puede andar pajareando alrededor, con muletazos rapidísimos y superficiales; exigía fajarse con él, para torear con profundidad y poderle con firmeza, que es lo que faltó. Con su primero, de viaje corto,  no terminó de centrarse.

Apreciable resultó el esfuerzo de Leandro con el tercero, el otro bueno de los alcurrucenes. Su faena, especialmente por el pitón derecho, tuvo empaque y en muchos momentos verdad; fue una pena que el toro se viniera abajo ya en la tercera serie, porque le impidió terminar de calentar al personal. Una entera algo caída fue prólogo a su vuelta al ruedo. Al sexto, rajado desde toriles, sólo cabía prepararlo para la muerte, algo que hizo deficientemente.

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Taurología

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