Durante el último lustro la plaza de toros de Las Ventas ha perdido un 25% de su número de abonados, pasando los 17.684 de 2011 –el número máximo posible según el pliego de condiciones– a un total de 13.175 de cara al próximo San Isidro. Pese a esta importante caída, conviene advertir que la Plaza de Las Ventas es de las que mejor ha soportado la crisis. Sin ir más lejos, en Sevilla se han perdido por encima del 50% de los abonos en el mismo periodo 2016-2011.
La actual cifra de abonados representa el 55,36% del aforo total. Sin embargo, con la figura implantada hace unos años del abono flexible, en el que el abonado puede dejar de comprar hasta un máximo de 7 localidades, esta cifra será luego ligeramente variable según los días.
Pero a la dimensión de este abono convencional deben unirse los 2.040 abonos especiales para mayores de 65 años –una clientela extremadamente fiel– y los 530 que estén año han suscrito los menores de 25 años, que este año ha crecido de manera sensible. En ambos caos se trata de abonos a precios muy económicos.
Con lo cual, si se contabilizan todas las fórmulas de abono para el próximo San Isidro el número del aforo cubierto con el que cuenta la empresa será de 15.745 localidades, lo que supone un 66,16% del toros. De esta forma y quizá salvo la singular feria de San Fermín, el ciclo isidril será un año más el que mayor tirón tenga entre los aficionados, pese a su largo duración de 31 festejos.
Aun siendo datos a la baja, se equivocarían los detractores de la Tauromaquia si enarbolan la bandera de la decadencia. Esta tendencia a la baja se debe a otras cusas, no precisamente a la pérdida de afición. Esencialmente, a la crisis económica.
En efecto, todo lleva a pensar que una de las partidas que más viene afectando a la paulatina reducción del número de abonados e instituciones radica en la reducción del número de empresas que han dejado de adquirir abonos localidades para sus atenciones locales. Sin embargo frente a esta realidad negativa, cabría contraponer otra positiva: el abonado individual sigue siendo fiel a Las Ventas en una alta medida durante los espectáculos de abono –San Isidro y Otoño–, aunque luego emigre en el resto de la temporada.
Como consecuencia de esta realidad, ya en el último pliego de adjudicación la Comunidad de Madrid rebajó de manera apreciable el canon que debe pagar el arrendatario, pasando de 5.175.000 euros a los 2.300.000 euros del último concurso. Pero pese a esta rebaja, para la Comunidad la explotación del coso de la calle de Alcalá sigue siendo una actividad positiva para sus arcas, que le permite no solo mantener una partida para ayudas públicas a actividades culturales-taurinas –que este año ha reducido a instancias de la Oposición– y aún queda un remanente apreciable que la autonomía dedica a otras partidas.
Si se tiene en cuenta el incremento de la volatilidad en el número de abonados y se contempla además la realidad de lo que supone para los empresarios la explotación de la plaza fuera de los abonos, resulta de toda evidencia que en el pliego de condiciones para un nuevo concurso de arrendamiento, a partir de 2017, deberá contemplar estas realidades.
Y no se trata de solicitar dineros púbicos, como sería de toda justicia, especialmente para la actividades taurinas fuera de la capital, aunque haya quienes nos nieguen “el pan y la sal” por sus prejuicios ideológicos; se trata de adaptar las condiciones del concurso a la realidad actual de la economía taurina. Que se cuide de manera muy especial a la plaza de Madrid constituye hoy un factor de capital importancia para la generalidad de la Tauromaquia, pero también para la economía de la Comunidad. No puede olvidarse que de acuerdo con estudios tan solventes como los realizados por el profesor Juan Medina, sin los festejos taurinos la actividades económica de Madrid perdería la nada despreciable cantidad de 244 millones de euros.
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