Madrid. Decimo segunda del abono. de feria. Cinco t oros de Carmen Lorenzo y uno de San Pelayo, colaboradores en general. Fermín Bohórquez, silencio y ovación. Pablo Hermoso de Mendoza, ovación y petición y saludos. Diego Ventura, oreja y petición y oreja;. salió a hombros por la Puerta Grande.
Primera corrida de rejones y gran bolazo en taquilla. La rentabilidad de estos festejos es muy considerable, porque tiene un público fiel que nunca vuelve la cara ante el anuncio isidril. Para el aficionado tenía además el aliciente del primer cara a cara de Hermoso de Mendoza y de Ventura, en una plaza de primerísima entidad y después de los dimes y diretes de América.
Digámoslo pronto. Diego Ventura se llevó la tarde, por más que un académico y ortodoxo Hermosos de Mendoza estuviera a muy buen nivel. Es lo que suele ocurrir con quien aspira al título y quien tiene que defenderlo, que el primero se tiene que permitir arriesgadas alegrías, mientras que el segundo debe mantener su posición doctoral.
En efecto, desde que comenzó a lidiar a su primero era notorio el esfuerzo de ortodoxia y pureza con la que Pablo Hermoso de Mendoza se manejaba. Impecable su paso por el ruedo, propio de quien todavía es el número 1, de la actual hornada de caballeros rejoneadores y de algunas generaciones anteriores. Por repetido parece un tópico, pero lo cierto es que el navarro ha puesto el oficio donde nunca ha estado. Hoy le ha faltado manejar coan acierto los hierros finales.
En cambio, también desde el principio se comprobó que Ventura venía arrasando. Ha ganado mucho el sevillano-portugués en su faceta de lidiador, su dominio de los terrenos y de las suertes y en su temple. Pero ese punto academicista no le ha hecho perder el furor juvenil, las ganas permanentes de alzarse a toda prisa con el número 1. En la variedad de su toreo complementario es donde establece la diferencia; pero esta variedad a veces pasa malas jugadas, que es lo que le ocurrió con las banderillas cortas en el tercero, que le hicieron perder la segunda oreja, que tenía bien ganada. Pero, en suma, lo hace con frescura y aires nuevos, que resultan indispensables para poder cuajar actuaciones un poco explosivas de cara al tendido. En esta ocasión, además, se mostró mucho más certero que su competencia con los rejones de muerte y ahí estableció la diferencia final, que se concretó luego en la puerta grande.
Con su habitual sobriedad, abrió plaza y terna Fermín Bohórquez, más lucido en el cuarto que en su primero, con el que anduvo algo premioso y con fallos al clavar.
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