Va por ti, Pedro Romero,
Va por ti, Maestro, torero
Dime tú qué mayorales,
En “Dinastía rondeña”
“Celeste y oro” (Cancionero gaditano del toreo a pie. 1712-2012), editado por el grupo ‘Publicaciones del Sur’, es la nueva obra taurina del poeta gaditano Antonio Murciano. Puntualiza José A. Benítez Macías, en el diario Andalucía Información, que no es su obra definitiva, porque en su agenda más inmediata figura la reedición de sus aportaciones a la literatura taurina, como también piensa en reeditar en breve la obra literaria culmen del flamenco “Andalucía a compás”, a la que añadirá diez años más de historia del cante, del baile, la guitarra y la copla.
Con tan amplia cantidad de proyectos en marcha y por desarrollar, Murciano publica una selección de su poesía taurina, aderezada con dibujos de su amigo y colaborador Pedro Escacena, un reconocido cartelista y pintor taurino.
Los poemas están dedicados a las grandes figuras del toreo, y por aquello del amor a su tierra de origen incluye unos versos dedicados al diestro Manuel Barea “El Arqueño”, sin olvidar aquellos que recuerdan el paso de Juan Belmonte ‘El pasmo de Triana’ por Arcos de la Frontera.
En la propuesta del poeta, “Celeste y oro” pretende formar parte de una tetralogía de obra poética propia de temática taurina, que incluye, curiosamente, una parte dedicada a Córdoba, donde su ayuntamiento ha abierto una controversia sobre las corridas. Esta recopilación llevará por título “Ángel y duende del toreo”, con un repaso sentimental y geográfico por las provincias de Cádiz, Sevilla, Málaga y Córdoba.
También prepara la trilogía del arte flamenco, con poemas suyos y grabaciones históricas que recuperan el cante del legendario Fosforito y el toque de guitarra del maestro Paco de Lucía.
El poeta
Hijo de malagueño y sevillana, este gaditano de Arcos de la Frontera, un pueblo de poetas, nació en 1929. Y ya en etapa como estudiante –Arcos, Utrera y Sevilla– Antonio Murciano fue uno de los iniciadores de la revista Alcaraván en 1949, cuando sólo contaba veinte años. De entonces a ahora, aporta una amplísima bibliografía por la que está considerado como uno de los poetas principales de la generación de los años 50. Su primera obra estuvo dedicada a la Navidad y data de 1952, una obra a la que siguieron “Nuevo cuaderno de Navidad” y “Nochebuena en Arcos”. Con “Perfil del cante” consiguió el Premio Nacional de la Poesía Flamenca en 1966; pero antes, en 1959 ya fue premio Adonais con “La semilla”.
Hace unos años se autodefinía de manera rotunda:
Soy uno más que cree, que espera y que ama
y que defiende a todo el que reclama
su pedazo de pan y de justicia.
Hermano del también poeta Carlos Murciano, es licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y Profesor Mercantil por la Escuela de Jerez, ejerció la abogacía en su pueblo natal, en torno al cual teje buena parte de su obra, con títulos muy reconocidos como “El Pueblo” y “Los días íntimos”, entre otros.
Sus estudiosos lo consideran como el poeta que dentro de su generación y de su tierra andaluza “se acerca con más fuerza a la poesía popular tradicional, cuyo trazado poético había quedado casi totalmente interrumpido a partir de la posguerra con algunas excepciones”.
Amante de la copla y, sobre todo, del flamenco, su gran pasión desde niño, ha sido autor de numerosas coplas y letras flamencas, grabadas y cantadas por muchas figuras del cante del siglo XX. Por esos trabajos se hizo merecedor en cinco ocasiones el Premio Nacional de Flamenco de la Cátedra de Flamencología, que en 2002 le otorgó el Premio Nacional Manuel Machado por sus letras en la Fiesta de la Copla Flamenca y obteniendo también, en 1979, por la nueva y ampliada edición de la Gran Antología de RCA el Premio Nacional del Ministerio de Cultura a la mejor obra española de música popular.
Su labor poética ha sido reconocida con numerosos premios, como el Premio Ciudad de Santander en 1960, el Premio Nacional de Poesía Flamenca en 1966, el Premio Nacional Flamenco en 1976, el Premio Ángaro en 1982 en Sevilla o el Premio Fasthenrat de la Real Academia Española de la Lengua en 1966.
"Para mí –escribió hace unos años– poesía equivale a conciencia, a razón de ser. La razón de mi vida es mi canto". En el panorama poético de nuestros días la obra de Antonio Murciano tiene lugar propio, lugar preeminente, “no sólo por su calidad reconocida, sino por su alegría, por su bondad, por su amor, por su esperanza, por su fe en el hombre”, según
Entre otras aportaciones, en la literatura taurina contemporánea junto al nuevo “Celeste y oro”, cuenta con creaciones como su antología “El arte y la muerte de Manolete en la poesía española” (Sevilla, 1997) o “Juan Belmonte, el Pasmo de Triana” (Aula de Cultura La Venencia, Santander, 2012).
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