MADRID. Corrida Goyesca, en la fiesta de la Comunidad. Poco más de un tercio de entrada. Toros de Lozano Hermanos (1º, 5º y 6º) y El Cortijillo (2º, 3º y 4º), de correcta presentación y juego desigual. Antonio Ferrera (de gris perla y pasamanería de fantasía), palmas y una oreja. Jesús Martínez “Morenito de Aranda” (de burdeos y pasamanería y taleguilla en azabache), una oreja y silencio tras aviso. Alberto Aguilar (de azul noche y pasamanería blanca), ovación tras aviso y una oreja.
Por si quedaba alguna duda, que siempre hay gentes más difíciles de convencer, en el ruedo Las Ventas Antonio Ferrera, el nuevo Antonio Ferrera, dejó claro que hay que contar con él. Ya desde mediados de la campaña pasada se vio que el extremeño no sólo había avanzado en su concepción del toreo, es que se había convertido en un torero sólido, con cabeza y muchas cosas que decir. En la tarde de este 2 de mayo lo ha confirmado con firmeza.
Y eso que la corrida que la Casa Lozano dejó bastante que desear. Nada que objetar a su presentación, pero bastante a su juego. Unos por pura y simple mansedumbre, otros por su falta de clase y otros, en fin, por su propia sosería.
Antonio Ferrera ya dejó claro con el muy deslucido toro, sin clase alguna, que abrió plaza que no venía precisamente de paso: todo su quehacer se ajustó con plena ortodoxia a las exigencia de la lidia de semejante enemigo, aunque no cabían mayores lucimientos. Pero ya con el 4º, que en los primeros tercios hasta fue solicitada su devolución, terminó de explicar sus razones.
El toro de El Cortijillo rehusaba los caballos y los capotes. Llegó con sus problemas al tercio de banderillas, que Ferrera supo ejecutar jugando con inteligencia en la elección de terrenos y querencias; los dos últimos pares fueron muy meritorios. Y cuando casi nadie se lo esperaba, le cuajó una sólida faena de muleta, bien construida, con poder en sus muñecas, hasta obligar a su enemigo a que hiciera aflorar el fondo que tenía. Una faena de mano baja, de muletazos largos y templados, y rezumando buen gusto. En especial, con la mano izquierda dejó momentos superlativos, que hicieron vibrar a Las ventas. Seguro y certero con la espada, se le concedió una merecida oreja, que a la postre será de los trofeos más merecidos que se concedan en esta temporada en Madrid.
También una oreja pero de otra dimensión y peso se le concedió a Morenito de Aranda en el buen 2º de la tarde, tras una faena con altibajos, que fue a más en su parte final, con una serie de trincherazos y adornos que calaron en el público. Dejó una estocada entera y paseó su premio. Pero su faena debió tener más peso. Luego, con el 5º, bajó considerablemente su actuación, hasta concluir en una faena discretita, sin argumento ni unidad y, para colmo, larguísima.
Lucido y participativo toda la tarde con el capote, bien se vio a Alberto Aguilar frente al desclasado e incierto toro que hizo tercero. Aunque el animal no admitía mayores alegrías, el torero estuvo muy asentado y siempre muy por encima de las condiciones de su enemigo. Al que cerraba plaza, un “núñez” encastado y que exigía mucho, Aguilar supo entenderlo, a base de firmeza y con valor sereno. Consintiéndole mucho, fue extrayendo del animal todo lo que tenía dentro. Con la mano derecha tuvo sus momentos más brillantes. Pero en conjunto, fue un trasteo muy digno y meritorio, que al concluir con una estocada entera le permitió cortar una oreja.
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