El pasado domingo, en la tradicional corrida de rejones de la feria sevillana, dijo su adiós a los ruedos el jerezano Antonio Domecq, el último de la dinastía que continuaba en los ruedos.
Nacido al toreo a caballo de la mano de su abuelo, don Alvaro Domecq y Díez, y de su tío Álvaro, Antonio irrumpió a los ruedos con mucha fuerza en unión de su hermano Luis, teniendo ambos un cartel respetable, especialmente durante la década de los años 90.
De todos ellos aprendió y heredó cosas distintas: “de mi abuelo adquirí el temple y su forma de ser; de mi tío, el genio, la garra y el sacrificio de querer ser mejor cada día; y de mi hermano, la elegancia, el arte y el señorío”.
Nacido en Jerez de la Frontera el 15 de febrero de 1971, se ha mantenido en los ruedos por espacio de 23 años, desde su lejano debut en Villacarrillo (Jaén), 12 de Septiembre de 1987. El 21 de Mayo de 1992. Padrino le dio la alternativa su tío Álvaro Domecq, en presencia de Fermín Bohórquez y de su hermano Luis Domecq. Nueve días mas tarde confirmó el doctorado, el 30 de Mayo de 1992, en Madrid, igualmente de manos de su tío.
Pero su trayectoria no ha sido fácil. Primero por una seria lesión, que hizo temer que debiera dejar definitivamente la profesión. Sólo a base de un tesón y esfuerzo enorme, Antonio consiguió recuperarse y no sólo volver a subirse a un caballo, sino tener tardes triunfales en los ruedos.
Igualmente serio fue el contratiempo surgido cuando en 2001 unas desaprensivos –recientemente condenados por los Tribunales– prendieron fuego al camión en el que viajaban sus caballos de torear. De nuevo su afición hizo que volviera a empezar formando una cuadra nueva, que es lo que ha venido toreando en los últimos años.
Como forjado en la escuela que iniciara su abuelo, siempre tuvo a gala realizar un toreo auténtico y sobrio, sin acudir de subterfugios más para la galería, en la que sobresalía su capacidad para lidiar a caballo. Por eso hoy se puede afirmar con toda verdad que se cierra una forma de entender el toreo a caballo.
Por ahora, se pone punto final a una dinastía iniciada en los años 40. Pero, como dice el propio Antonio, en la familia “hay cantera” como para que en el día de mañana alguno siga la misma senda.
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