En la presentación de este catálago, el presidente de la Asociación de Periodistas Europeos, Miguel Ángel Aguilar, y el consejero delegado de la Fundación Diario Madrid, José Vicente de Juan, hacían la siguiente presentación del pintor y de su obra.
Fueron diecisiete temporadas seguidas (1984-2001) en las que, durante las sucesivas ediciones de la Feria de San Isidro, tarde a tarde, Onésimo Anciones se dejaba ver en el tendido bajo del 2 de la Plaza de las Ventas, con los útiles de trabajo y la mirada atenta, muy pendiente de elegir un momento estelar del festejo para fijarlo en su retina y plasmarlo sobre el papel de su cuaderno con las artes de la acuarela. Ocupaba su localidad, muy cerca de Barquerito y protegido por la sombra que, desde arriba, en la delantera de tendido alto del 2, proyectaba Javier Pradera. Tenía bula para salir antes de que arrastraran al sexto y entregar al motorista del periódico en la cita convenida, los dibujos que esperaban en la redacción.
Era en el aquel Madrid de aquellos tiempos, sin las facilidades de enlace directo que ahora proporcionan las nuevas tecnologías. Tampoco andábamos entonces con teléfonos móviles y a nuestro Onésimo Anciones sólo le era dado sintonizar por telepatía con el tendido 10, fila 6, asiento 7, donde el crítico, Joaquín Vidal, escribía las crónicas que Anciones debía ilustrar y poner en suerte.
Muchos de los dibujos originales se han perdido. Fueron regalados o saqueados de los archivos. Otros han podido rescatarse, cotejarse con las páginas donde aparecieron y documentarse por el equipo de la Asociación de Periodistas Europeos, que ha coordinado su director Juan Oñate. Tarea que sólo ha sido posible llevar a cabo gracias a la ayuda impagable de Reyes Salcedo y Javier Herrero, colegas del servicio de documentación del diario El País. Porque cuando los dibujos que plasman lances de la lidia han podido fecharse y referirse a la página donde aparecieron, se hace posible identificar al protagonista, torero o subalterno, e incluso poner nombre al toro que embiste. Y entonces, el dibujo nos dice todavía mucho más. En otros originales sólo hemos podido recoger lo que el propio autor anotaba detrás de cada dibujo.
Pero el mundo taurino de Onésimo Anciones no terminaba en estos compromisos periodísticos con El País. También tuvo reflejo en el Informativo Entre hoy y mañana de Tele 5, que se emitía en horas tan inciertas como avanzadas y por eso era denominado con preferencia Entre mañana y pasado. Si la memoria no falla, fueron las temporadas 93, 94 y 95. Entonces, como los derechos televisivos eran propiedad de Canal+, se buscó una fórmula original: comparecía cada noche Pepe Dominguín para contestar dos preguntas del director del Informativo sobre la lidia de esa tarde y sus palabras se acompañaban con los dibujos a color de Anciones, que él mismo traía hasta el plató compartiendo taxi con el cronista tantas veces vestido de luces, que había tomado la alternativa en la Plaza de las Ventas el 15 de mayo de 1944, de manos de Antonio Bienvenida en presencia como testigo de Morenito de Talavera, con un toro Berreón de la ganadería de Joaquín Buendía. Tres años antes de que Livinio Stuyck fundara la Feria de San Isidro.
Más allá de estas comparecencias pautadas en los medios, Anciones realizó aguatintas, óleos, serigrafías y acuarelas de temas taurinos en distintos formatos y con distinta intención. Esta producción incesante fue agrupada en diversas ocasiones para ser expuesta en la galería de Pilar Mulet, entonces llamada El coleccionista, en Balboa y en otras prestigiosas salas de Madrid y de otras ciudades europeas, entre ellas la Sixty-one Gallery de Londres. Su pintura es como el toreo que somete la fuerza con el arte. Nuestro pintor sabía, como escribió su colega Antonio Saura, que, aunque el toreo deba tener más de danza que de pelea, tampoco la corrida es es-
trictamente una danza. Porque “no es sólo una danza especialísima, realizada frente a una bestia de combate y sometida a un estricto ritual, sino también la supervivencia de un lejano acto sacrificial de complejas resonancias estéticas, afectivas y míticas”.
Manuel Arroyo, en su original ensayo Una tauromaquia a lo Wittgenstein, precisa que el toreo no es sólo un riesgo, que lo es y muy grande para el que lo practica, y subraya que el torero tiene plena conciencia de estar ejercitando y de hacer partícipes a los aficionados de ese instante mágico. Esa era también la plena conciencia de Anciones cuando presentaba a los lectores y espectadores sus estampas que ahora, en una primera aproximación mientras se prepara una exposición más ambiciosa, se ofrecen en la sede de la Fundación Diario Madrid, en cuya redacción oficiaba como una figura de tan rara inteligencia natural como distinción instintiva. Fundación Diario Madrid y Asociación de Periodistas Europeos ya presentaron en el año 2004 una antología de los retratos de Anciones bajo el título Siluetas del tiempo. En esta nueva ocasión se les ha unido la Fundación General de la Universidad de Alcalá de Henares.
Quede constancia del agradecimiento a sus hijos Pablo, Giovanni y Antonio, a Lola Marchena, a Rosa Romero y a cuantos amigos se han ofrecido a descolgar de sus paredes algunas de estas obras para nuestro disfrute. Y sirvan estas páginas para celebrar la vuelta a los ruedos de Anciones.
►El pintor:
Onésimo Iglesias Anciones nació en Medina de Rioseco, Valladolid, 1938. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Valladolid y Madrid y se especializó en el ramo de Artes y Oficios y más tarde completó su formación en la escuela de Beaux Arts de París. Fundador del Grupo Pintores Castilla 63, en 1970 obtuvo una beca de la Fundación March. Con una técnica depurada, junto a su trabajo como ilustrador en distintos medios informativo, la obra de Ansiones se centra sobre todo en bodegones y paisajes de la geografía castellana. Expuso en Madrid en numerosas ocasiones en la galería El Coleccionista. También realizó exposiciones individuales en diferentes galerías de Europa, entre ellas la Sixty one Gallery de Londres y carteles para la feria de San Isidro. En abril de 1997 participó en una exposición colectiva en Sevilla en conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Manolete. Recibió varios premios entre ellos el de la Bienal de Alejandría en 1974. Falleció en Madrid en 2002
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