No hubo sorpresas. Lo que fuentes ministeriales dijeron hace ya varias semanas se ha cumplido. Ángel Peralta recibirá la Medalla de Oro de las Bellas Artes y Paco Ojeda ha sido galardonado con el I Premio Nacional de Tauromaquia. Dos profesionales reconocidos por la afición. Lo que no se entiende muy bien es que si ya tenían tomada la decisión, porque ambos premios no se concedieron en su fecha, algo que sólo puede atribuirse a un error o a un despiste por parte del departamento que comanda José I. Wert.
La Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes ha sido concedida por el Consejo de Ministros al rejoneador Ángel Peralta, un histórico del toreo a caballo, al que se debe en buena medida la modernización de la lidia a caballo.
Al caballero de la Puebla le llega el premio con dos meses de retraso a la concesión de las restantes Medallas de Oro, que el Gobierno concedió a finales de diciembre del pasado año y en cuyo decreto el ministerio de Educación se olvido incluir el correspondiente a la Tauromaquia.
Natural de Puebla del Río (Sevilla), donde nació el 18 de marzo de 1926, Ángel Peralta se inició en el rejoneo en febrero de 1945, toreando en la plaza de La Pañoleta (Sevilla). Tres años después, el19 de abril de 1948, se presentó en Madrid. Primero en solitario, años más tardes promoviendo el cartel que se denominó “Los cuatro Jinetes del Apoteosis” –con su hermano Rafael, Álvaro Domecq y José Samuel Lupi–, encabezó el escalafón de rejoneadores en plaza durante muchas temporadas. Se mantuvo en los ruedos a lo largo de 55 años y en su historial se encuentran tardes memorables, como las de Madrid y Sevilla en 1971; pero también una tarde histórica en la propia Maestranza en la temporada de 1979.
Hoy tiene acreditado un gran prestigio como criador de ganado caballar, con especial atención a la Pura Raza española.
Por su parte, el Premio Nacional de Tauromaquia, que se concedía en 2013 por primera vez, es consecuencia directa de la integración de las competencias taurinas en el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, que anualmente concede este galardón a una amplia gama de actividades culturales, artísticas y creativa.
Aunque las noticias sobre la concesión del Premio a Paco Ojeda vienen de hace más de un mes –en concreto, del 17 de enero–, la convocatoria y el nombramiento del Jurado no se realizó hasta el pasado 14 de febrero. Esta descoordinación de fechas que supone saber primero quien es el ganador y luego quienes tienen que concederlo, no deja de ser un elemento curioso que deja a todos en un posición desairada.
Francisco Manuel Ojeda Domínguez, Paco Ojeda en los carteles, nació en Sanlucar de Barrameda (Cádiz) el 6 de octubre de 1955. Pro primera vez toreó en publico en su pueblo natal en junio de 1977. Tomó la alternativa en El Puerto de Santa María (Cádiz), el 22 de julio de 1979 de manos de Santiago Martín ”El Viti”, en presencia de José Luis Galloso, con toros de Carlos Nuñez.
El doctorado lo confirmó en Madrid el 25 de julio de 1982, completando el cartel José Luis Parada y Gallito de Zafra, con toros de Cortijoliva.
Paco Ojeda marcó un hito en la Fiesta cuando comenzaba. Pero aquellos inicios duraron eso que los taurinos llaman "diez minutos"; es decir, nada. Pasó al ostracismo para renacer con fuerza inusitada en el verano madrileño de 1982, confirmando más tarde su recuperación en la sevillana Puerta del Príncipe. Literalmente barre en la temporada de 1983 y en la del 84. En Francia es más que un ídolo, pero en España igualmente llenaba todas las plazas. Sin embargo, a partir de este momento son todos idas y venidas, primero a pie, temporadas después desde el caballo. Con tantos cambios, probablemente perdimos a un torero de época, que llegó a pisar terrenos poco verosímiles. Pero debe reconocerse que le bastaron esas temporadas aisladas para disfrutar, y para volver a hacerlo, del triunfo que corresponde a quien manda en el escalafón.
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