Es todo todo un hito histórico, se diría que una leyenda.. Que haya ocurrido en el curso de un festival y con un utrero son dos datos marginales a estos efectos. El diestro Andrés Vázquez a sus 80 años ha lidiado y dado muerte a un utrero de Victorino Martín en la plaza de su tierra natal de Zamora. Se cumple en este año el 50 aniversario de su triunfal alternativa en Madrid y el veterano torero lo ha querido celebrar a lo grande.
Con una forma física poco común para su edad, Vázquez demostró desde que ase abrió de capa que la cosa no era un juego. Con la sabiduría que da el paso de los años y una afición enorme, el de torero tuvo una actuación impecable, mucho más allá de lo que podía esperar el más optimista. Eran, desde luego, detalles de una torería añeja, muy en línea con lo que fue su trayectoria; pero era también su sentido de la lidia, su forma de pisar los terrenos adecuados, su manera de presentar los engaños, para acabar matándolo por arriba.
El de Villalpando no dio signos de inseguridad, algo que hubiera sido completamente lógico, tanto por razones de edad como de inactividad. Por el contrario, hubo momentos en los que hasta se le vio sobrado, aunque un público entregado desde que hizo el paseíllo, por más que la plaza no registrara más allá de media entrada.
De esta forma, el zamorano escribió una nueva pagina en los Anales taurinos. Pocos precedentes pueden citarse de un torero que a sus 80 años se fajara el traje corto para salir a una plaza.
Pero como no es ningún inconsciente, para hacer frente a este reto Vázquez se había sometido antes a una fuerte preparación física, adaptada a su edad, ha combinado con frecuentes tentaderos para afinar su puesta a punto. Por eso, en el ruedo zamorano se le vio en una forma y un desahogo poco usual para su edad.
Le acompañaban en esta tarde el rejoneador Sergio Vegas y los matadores de toros Juan Mora y Javier Conde –que con indultó un buen novillo de Zalduendo– y los novilleros Alberto Durán y Cesar Valencia.
En articulo evocador, Diego G. Celedonio escribía en estos días en el diario local “La Opinión de Zamora” un ajusta.do perfil del torero zamorano. “Tocado por esa singularidad que hace locos a los locos y genios a los genios. Intempestivo, que el convencionalismo se hizo para brincarlo. Lenguaraz, que dispara verbos como balas; capaz de envolver la garganta en terciopelo verde para escupir una soleá en la bóveda de una bodega. Torero que se viste por los pies, «avisao» y más listo que las «rabonas» en febrero. Se hizo matador para gastar zapatos de tafilete, para tapar los juanetes de campesino renegrido, para ganar dinero, coño, que segar en las viesas terracampinas era muy jodido. Aprendió en las plazas de carros, entre el polvo y los hachazos de la «Zurda». Y se hizo catedrático en Madrid. Y hoy, cuando acaba de cumplir 80 años, torea en Zamora”.
Pero el articulista no ocultaba el medio que asaltaba a más de uno: “Hay expectación. Y una pizca de morbo, que los hay muy cabrones que van a ir a la plaza a ver cuantos minutos está en ella el maestro. Lo que haga falta, que todavía quedan arrestos y piernas labradas en las «manos» eternas de los quiñones del Raso en busca de liebres retorcidas. Que quien tuvo, retuvo y torear, como nadar, como andar en bici, nunca se olvida. Y menos esa media verónica, asomándose al balcón, marca de la casa”.
Y añadía: “Andrés Vázquez, «El Nono» cuando todavía no le habían salido los dientes de torero, sabe que la vida está hecha de gestos y de las escujarras que dejan los disgustos, que los aplausos muchas veces se tornan lágrimas afiladas, suspiros de fracaso y dolor. El gesto de hoy es uno de los más arriesgados que le ha espetado a la vida y va a salir adelante. Nunca, ningún «Albaserrada» se la ha puesto por delante.
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