Lo de Roca ya está por encima del factor sorpresa, los ardores de la juventud o aquella indeclinable entrega –algo incontrolada- de sus primeras andanzas como matador. Y es que el joven paladín peruano, que ha cumplido su tercera temporada completa como matador, no ha conocido el descanso desde que rompiera en gran novillero en 2015. Andrés ha crecido como torero y ha convertido su nombre en un poderoso imán para las taquillas. Ahí está la verdadera medida de los números uno y el aval que debe conducirle en la temporada 2019 a la máxima cotización. Inicia por derecho propio estas clásicas páginas especiales de repaso a la temporada que se fue.
La mejor y mayor prueba está en la corrida que cerró su temporada en la pasada Feria de San Miguel. La gente no dudaba en la ventanilla: “quiero entradas para la corrida de Roca Rey”. Desgraciadamente, la escasa altura de miras de los actores de este negocio trocaron una ocasión única en un rentable desastre que aún escuece. Dicen que hubo más que palabras. Pero el lamentable resultado de aquella tarde gafada por los impresentables y podridos toros de la casa Matilla es un borrón que no empaña una temporada ejemplar en la que sí hay que anotar otra pequeña mácula: los grandes terminan en Zaragoza pero, dicen, no hubo acuerdo.
A partir de ahí podemos analizar el ser y estar de Roca Rey en un año fundamental que le ha convertido en rey de la taquilla, mandamás en el ruedo y número uno del escalafón. Para ello ha sido necesaria una evolución taurina y personal. Al matador limeño ya no le cogen los toros. Era una necesidad perentoria para no chafar la evolución artística, que también la ha habido. Los avances técnicos adquiridos le han permitido pasar la raya, echar la moneda sin volar por los aires ni arrostrar percances inoportunos. Esa seguridad en la cara del toro es la que, en definitiva, le ha permitido crecer artísticamente hasta convertirse en un intérprete de trazo largo, profundo y hasta con acento personal. Los efectos especiales del toreo posmoderno que caracterizaban su primera puesta en escena se dosifican ahora con sentido oportuno, dando carácter a las oberturas de sus faenas o constituyendo la traca final de algunos trasteos. Las orejas las corta ahora dando naturales, derechazos y pases de pecho. Ésa es la diferencia más sustancial.
Andrés Roca Rey comenzó su campaña en Olivenza pero encendió la primera traca en la Madalena de Castellón en directa competencia con Enrique Ponce, el torero figura más veterano del escalafón, al que le espolea torear con el peruano. Ambos cortaron tres orejas antes de que Roca volviera a abrir la puerta grande de la plaza de Valencia por Fallas. El joven matador limeño sumó dos tardes en la Feria de Abril. En el resumen del ciclo publicado por este periódico hablábamos de que “el paladín limeño sale revalorizado de Sevilla. Estuvo cerca de cortar la segunda oreja a un toro de Victoriano del Río al que toreó con excelencia al natural”. En el horizonte ya estaba Madrid pero antes se entretuvo en cortar cuatro y un rabo en la Feria del Caballo de Jerez borrando del mapa a El Juli y Talavante. En el Foro cortó oreja en su segunda tarde antes de puntuar doble en Córdoba y seguir cosechando éxitos en otros ruedos menores como Sanlúcar o Plasencia.
Pero es que también hubo puertas grandes en Alicante y León como preparación artillera de las seis orejas –sí seis- que cortó en Pamplona en apenas 48 horas. Era el definitivo pronunciamiento de Roca Rey que, a partir de ese momento, iba a encarar la temporada como un auténtico paseo militar. En Santander fueron otros cuatro trofeos en una única tarde que volvieron a marcar la diferencia; hubo nuevas puertas grandes en la feria de Julio de Valencia y en las Colombinas de Huelva; doble trofeo en el Puerto, portazo en Gijón y San Sebastián… a esas alturas de la temporada ya no había duda. El torero limeño había adelantado al resto de tropa de coletudos. Bajó a Málaga y también salió a hombros, una imagen que se iba a repetir en Bilbao después de dar una gran tarde de toros –de denso y tenso contenido interior- en Almería junto a Ponce y El Juli. Los deberes ya estaban hechos pero Roca siguió su cosecha descerrajando las puertas grandes de plazas como Palencia, Ronda, San Sebastián de los Reyes, Valladolid, Murcia, Albacete, Salamanca… hasta llegar a esa infortunada tarde sevillana de San Miguel en la que todo se puso a la contra. Todo pasa y casi todo se olvida. Roca Rey debe ser el primero en elegir en la temporada 2018. Se lo ha ganado a pulso.
Las cifras del número uno
Conviene hablar de cifras sin perder de vista el indudable poder taquillero del peruano. Roca Rey ha sumado 54 corridas de toros en las que, tan sólo en cinco ocasiones, bajó de los tres cuartos largos de aforo cubierto en las plazas. Hablamos de casi medio millón de espectadores que se han dejado seducir por el ‘efecto’ Roca que en hasta 28 ocasiones logró superar el 90% del aforo cubierto.
Roca ha toreado 19 corridas en plazas de primera y 24 en cosos de segunda, dejando sólo 11 bolos para los escenarios del tercer circuito. No está de más recordar que el número uno del escalafón ha logrado sumar 91 orejas y dos rabos de las 109 reses que lidió durante el año. De esos trofeos hay que volver a destacar que 25 de ellos fueron cortados en plazas de primera y 46 en las de segunda.
►Los trabajos originales de Álvaro R. del Moral, cronista de “El Correo de Andalucía”, se publican en su blogs “Con la tarde colgada a un hombro”, al que se puede acceder a través de nuestra sección “8 opiniones 10” y en las direcciones electrónicas:
http://blogs.elcorreoweb.es/latardecolgadaaunhombro/
http://elcorreoweb.es/toros/
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