Undécima y última de la Feria de Fallas
Valencia, 20 de marzo de 2011
Media entrada, en tarde agradable, aunque fresca y con rachas de viento. Toros de Adolfo Martín, bien presentados, pero a falta de fuerzas y, en algunos casos, raza. Rafaelillo (de grana y oro), silencio y silencio. Tomás Sánchez (de verde botella y oro), una oreja y ovación. Alberto Aguilar (de azul eléctrico y oro), ovación y una oreja.
Aguilar resultó cogido por el sexto, sufriendo una cornada en la pierna izquierda. Atendido en la Enfermería, se dio a conocer el siguiente parte médico: "Después de la lidia del sexto toro, pasa a la enfermería Alberto Aguilar, que presenta una herida por asta de toro inciso-contusa de unos 10 centímetros de extensión, situada en la cara anterior de la pierna izquierda, que secciona piel, tejido celular subcutáneo y aponeurosis. Sección del músculo tibial anterior, contusión de la arteria tibial anterior y sección parcial del músculo flexor. Ha sido intervenido bajo anestesia local y sedación en la enfermería de la plaza. Pronóstico reservado. Se traslada al paciente a la Casa de la Salud".
Con lo que llevamos sufrido en esta feria, la corrida de Adolfo Martín era como de otros tiempos muy diferentes a los de las demás que han salido por chiqueros. Épocas distintas, se diría. La diferencia era muy simple: trapío. Lo cual no quiere decir que los adolfos se salieran de la báscula: los hubo con 490 kilos que imponía mucho respeto. Lo que sí traían eran los pitones con los que fueron paridos. Unos más aparatosos que otros, pero todos muy serios. Por eso no puede extrañar que a la mayoría les tocaran las palmas al pisar el ruedo.
Luego, ¡ay!, resultó que las fuerzas se la habían dejado en la dehesa. Eso y una raza limitada, deslucía la lidia. El culmen fue el cuarto, que ya con el capote perdía las manos y luego fue una tristeza de animal. Pero, en cualquier caso, más uno y a más de dos merecieron mejor trato. En concreto, además del buen sexto, un cinqueño al límite de los seis años y muy cornipaso, pero con calidad en la embestida, me gustó el tranco del tercero, tuvo potable juego el quinto y el segundo metía la cara de modo razonable. En suma, sin ser una locura de corrida, tuvo la gran virtud de mantener la atención de los aficionados de principio a fin; algunos, además, resultaron muy toreables.
Sin embargo, buenos y malos pedían el carnet profesional, al menos en lo más básicos, como por ejemplo a la hora de tratar de embarcar a estos toros con la muleta retrasada. Sabido es que este encaste exige que se le tome adelante, para llevarlo luego con la muleta por los suelos, sin dudas ni tirones. Bueno, pues, eso, que por cefas o por nefas, se les olvidó esta realidad a los lidiadores. Y eso se acaba pagando.
Rafaelillo tuvo la tarde a la contra. Imposible el lucimiento con el claudicante cuarto, inútil para cualquier servicio, tampoco el que abrió plaza aportaba muchas alegrías. Lo toreó con tanto tesón hasta donde aguantó.
El torero local Tomás Sánchez, con las lógicas carencias de sitio, derrochó buena voluntad y afán por abrir un camino. Le cortó una oreja a su primero y, si no se pone premioso con la espada, también lo hubiera hecho en el quinto. Elogiar el esfuerzo de este torero es justo; pero desconocer sus carencias, por más justificadas que estén, obligaría a la ceguera. Más suelto con el capote, la arreó un manojo de lances al quinto muy arrebujado con el toro.
Resulta admirable el esfuerzo que ha realizado Alberto Aguilar a lo largo de toda su carrera. Otro, con menos ánimos, ya habría desistido del empeño. Pero ahí están ganando terreno, sobre todo gracias al margen de confianza que se ha ganado a ley en las plazas francesas. Hoy se la visto seguro y decidido. Mejor con el buen sexto, al que supo entender desde el primer momento, que con el tercero, que no era tan agradecido. Y cuando se puso en el sitio, consiguió muletazos que daba gusto verlos. Meritoria actuación desde luego. Y frente a una corrida de verdad.
Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".
0 comentarios