El banderillero Adrián Gómez ha fallecido en la madrugada de este martes como consecuencia de una neumonía, en el hospital Doce de Octubre de Madrid, en el que había sido internado el pasado sábado. Sus restos mortales han sido velados en el Tanatorio M-40 y este miércoles, día 3, fueron trasladados al Cementerio de La Almudena donde se incineraron.
Como sabe, el banderillero llevaba más de dos años postrado en una silla de ruedas después de la grave cogida que sufrió en la plaza de toros de Torrejón de Ardoz, a consecuencia de la cual quedó tetrapléjico.
La lesión se produjo a la salida de un par de banderillas, cuando el novillero le revolcó de mala manera, golpeándose en la cabeza y quedando ya desde ese momento inmóvil. Después de su intervenido, se confirmó que tenía gravemente dañada la médula espinal. Una vez recuperado de la intervención, se le trasladó al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde realizó la rehabilitación
A lo largo de los más de dos años en los que estuvo afectado por esta gr4ave lesión, Adrián Gómez fue en todo momento un ejemplo de entereza. Una reacción a la que ayudó, junto a los desvelos de su familia, que desde el primer momento, el toreo se volcara con él. De hecho, no hace más que unos días fue José Tomás el que le invitó a ir a su finca para comer juntos, una jornada en la que Adrian disfrutó muchísimo.
Como se recordará, a instancias del que había sido su torero en los últimos años, José Pedro Prados "El Fundi", en su beneficio se celebró un el rejoneador Diego Ventura y los matadores de toros José Miguel Arroyo ´Joselito´, Enrique Ponce, Julián López ´El Juli´, Morante de la Puebla y el propio Fundi.
Un hombre fuerte, un aficionado enorme
Como ha demostrado a lo largo de toda su convalecencia Adrián Gámez era un hombre fuerte de ánimo, al que afectaba naturalmente sus graves limitaciones, pero que superaba con encomiable esfuerzo de ánimo, rodeado del cariño de los suyos.
Pero, además, un aficionado enorme. Lo mismo que ha repetido en múltiples ocasiones que no guardaba rencor al novillo que le provocó la lesión, seguía puntualísimamente el desarrollo de la temporada y, en general, toda la actualidad taurina.
El toreo ha sido su vida y su ilusión. El toreo ahora le debe el respeto del recuerdo permanente que merece un hombre que siempre amó con pasión a la Fiesta.
Descansa en paz, torero
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