Acerca de la «quiebra» del mundo del toro

por | 19 Oct 2014 | Punto de vista

La frase puede considerarse incluso ocurrente: “Un pesimista es un optimista bien informado”. Pero como todas las frases hechas carece de matices, sin los cuales difícilmente puede llegarse al fondo de las cuestiones a debate. Pero también hay quien traspone este dicho por otro con más contraluces: “Un pesimista dice que todo se ha perdido. Un optimista dice que todo mejorará. El realista se encarga de administrar sus recursos”.

En estos días ha dado un vuelco al ánimo del toreo José A. Martínez Uranga, que, con una sinceridad que es de agradecer, ha sentenciado que “el mundo del toro está en quiebra”, unas palabras que en el caso del gestor de Taurodelta no son una ocurrencia del momento; hace ya un año predijo, ejemplificándolo en su hijo, que la nueva generación de taurinos “no comerá de esto”.

No sabemos si ese concepto de “quiebra” se utiliza en su estricto sentido económico, o si más bien se hace como una suerte de analogía.  Pero resulta de toda evidencia que la economía taurina está trufada de problemas, y graves además. Pero no son menos las evidencia que ponen de manifiesto que, fuera de las declaraciones y los análisis, todos los sectores no han sabido, no han podido, o sencillamente no han querido poner manos a la obra para enderezar la situación. Parece como si todos esperaran que las soluciones las traerán “los otros”, un genérico que no puede servir para tranquilizar los ánimos y que, desde luego, tan sólo nos traslada a la más absoluta inacción.

Hay quien todo lo fía a la aparición de una figura arrolladora, que haga las veces de una “brnosbrás" que todo lo cura; p Benha alas veces de un "raeran sencillamente no han querido poner manos a la obra dhay que sacar aálsamo de Fierabrás" que todo lo curaba; por entendernos, otro Manuel Benítez que forme una revolución arrolladora. Pero ese es un camino carente de todo realismo. Ni aunque José Tomás abandonara hoy su estrategia de unas pocas tardes como toda temporada, se repetiría la situación de hace 50 años.

En la España actual ni el panorama social, ni por supuesto el económico, e incluso ni la propia concepción del ocio, guarda relación alguna con la sociedad de hace medio siglo. Se dan cambios tan profundos que hoy no caben soluciones mágicas, que como mucho acabarían por enmascarar los auténticos síntomas de la enfermedad. Por todo género de circunstancias, hoy no cabe más que el esfuerzo colectivo, que nada de malo se haría, sino todo lo contrario, si se enfocara incluso más allá de nuestras propias fronteras.

Sin embargo, todos los intentos de trabajo unitario han acabado resultado un fracaso. El último, la Mesa del Toro, que nació como la iniciativa más importante de las creadas hasta entonces y que acabó muriendo por la inanición a la que la sometieron todos. Incluso, y especialmente, quienes ahora más la reclaman.

Es cierto que si asumimos con todas sus consecuencias que la Tauromaquia, en cualquiera de sus manifestaciones, debe considerarse un Arte, el fruto del proceso creativa de los hombres y mujeres, estamos refiriéndonos a una actividad que de suyo resulta en extremo individualista. No cabe pensar que una obra cumbre como “Las Meninas” pudiera ser el cuadro magistral de un colectivo.

Pero aún asumiendo ese carácter estrictamente personal e individual de las manifestaciones  concretas de este Arte del toreo, eso en nada es obstáculo para que quienes a ello dedican su vida puedan defender colectivamente todo ese muestrario de problemas y cuestiones que son comunes y muy diversos. Sin embargo, para que sea posible la experiencia enseña que todas y cada una de las individualidades sean capaces de trabajar en común, algo que exige olvidarse de “lo suyo” para pensar directamente en lo que es prioritario y común para todos.

Sin esa altura de miras, que hasta ahora ha brillado por su ausencia, sin esa vocación decidida de trabajar hombro con hombro con todos, sabiendo que en el camino quedarán algunos asuntos parciales en favor de sacar adelante el bien común a todos, la solución jamás llegará. Es lo que pasó con la Mesa del Toro y lo que volverá a repetirse si ahora se idea otra plataforma común sin tener en cuenta que primero se trabaja por la globalidad de la Tauromaquia, y sólo en una segunda instancia se trata de consensuar una solución a los problemas parciales.

Y todo esto es mucho más profundo que la simpleza de reducir toda la reforma a revisar los dineros de quienes hoy mandan en el escalafón de los toreros; o a defender los intereses de los empresarios a la hora de acudir a un concurso de adjudicación; o a poner en valor los intereses de las cuadrillas a la hora de decidir las cuestiones laborales. A ninguno de esos problemas se llegará con una solución firme y válida si con anterioridad todos no se comprometen a buscar lo que de verdad interesa al futuro de la Fiesta.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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