Dicen las gentes de la moda que 2013 será el año del color verde esmeralda, el verde de la esperanza. Para comenzar bien el año así le gustaría ver a la Fiesta a todos los aficionados: repleta de esperanzas. Y aunque sería absurdo ocultar las nubes que apuntan en el horizonte, no es menos cierto que la temporada que comienza con el Nuevo Año también ofrece sus posibilidades para ilusionarse con lo que queda por venir.
Ocurre siempre. Después del muermo del invierno, tiempo hábil para elucubraciones y en ocasiones lamentos, en cuanto pasa Reyes se comienza a soñar, que Olivenza ya está más cerca, con el preludio de las ferias invernales en los alrededores de Madrid.
Lo que ocurre es que 2013 ya nace con sorpresas. Y no buenas. Mientras la Empresa Serolo no ha conseguido pagar aún el canon que adeuda a la Diputación de Zaragoza y otro tanto le ocurre con la de Alicante por el arrendamiento de sus respectivas plazas, la Casa Chopera (los hermanos Martínez Labiano) han renunciado oficialmente a continuar gestionando la plaza de La Malagueta, en un año que no les ha podido venir todo más torcido: en junio ya hicieron lo mismo con el coso de Córdoba y al final de la campaña les deja plantados Jiménez Fortes, que había sido su apuesta de renovación.
Si, además, buceamos por las pequeñas plazas y si se buscan algunos datos, por ejemplo, de cómo van a estas alturas del calendario las liquidaciones de la pasada temporada, es como para echarse a temblar.
Pero si miramos hacia el campo bravo y extrapolamos el dato de que, por lo pronto, en Sevilla han sobrado ya cinco de las corridas previstas para su feria, ¿cuál será el excedente que en 2013 quedará en las dehesas? Hasta miedo da hacer una estimación, incluso a vuelapluma. Por eso no puede extrañar que hasta Juan Pedro Domecq haya comprometido una corrida para la plaza de Valdemorillo. Quien lo ha visto y quien lo ve. Y mientras, suenan algunos tambores disonantes en la Unión de Criadores: no es el momento más oportuno.
Téngase complementariamente en cuenta que ya en 2012 tan sólo 9 matadores de toros consiguieron pasar de las 40 corridas y de entre ellos tan sólo dos superaron las 60 tardes. Bastaba superar los 20 contratos para ya estar en el grupo de los elegidos.
Con este boceto de grandes rasgos, como diría un médico: “no me gusta nada la cara de este enfermo”. Pero para qué engañarnos: semejante enfermedad no es más que un fiel reflejo de la realidad, que no es otra que la insostenibilidad de las finanzas taurinas tal como hasta ahora se han concebido. DelLas finanzas y de la propia organización. Si los que dirigen las cosas económicas nos avisan que 2013 será aún peor, no está la cosa para lanzar cohetes, ni para subidas de costos del 4,5% lineales como piden algunos.
El diagnóstico no lo ha podido hacer más crudamente Pablo Chopera: "Realmente me da pánico lo que puede ocurrir el año que viene y nos vamos a tener que atar los machos de verdad". Y en la revista “Aplausos” añadía: "La crisis económica es durísima y no se le ve una solución a corto plazo". Por eso reclamaba con toda razón que “todos tendríamos que ceder en algo para llegar a una unión que nos permita afrontar la crisis y el futuro tan negro que se nos viene encima. Está bien lo de pasar a Cultura porque los toros como espectáculo es un arte que debe ser regulado como tal pero, ¿de qué nos ha servido?".
Esta dura realidad no debiera llevar al desaliento, que a la postre sólo conduce a la inactividad; sino a una reactivación de las actuaciones de todos los sectores taurinos por recuperar posiciones. Con realismo, teniendo muy en cuenta cuáles son los números de las cuentas públicas y privadas, el sentido de la responsabilidad debiera obligar a todos a poner cuanto esté de su parte por racionalizar el negocio y el entramado taurino, que a la postre es tanto como reordenar la Fiesta.
Si la Administración del Estado –con el señor Montoro incluido– no se muestra sensible a este estado de cosas, para colaborar como siempre han hecho para sacar adelante los sectores en crisis, todo se pone más cuesta arriba. No se pide nada de particular, tan sólo actuaciones como las que han desarrallodo, incluso el actual Gobierno, cuando un sector económico –y el taurino lo es– estaba en graves dificultades. Y eso no significa en modo alguno que, por el ejemplo, se provoque un agujero más en el ya inmenso deficit público. En peroores condiciones que nosotros está Portugal y sin embargo ha moderado el IVA taurino, por poner un ejemplo.
Y es que con panoramas como éste, mientras cada uno siga haciendo la guerra por su cuenta, la cosa no tiene solución fácil. O todos –desde lo público y desde lo privado– arriman el hombro al unísono o acabamos en el estado de cosas que hoy por hoy se da en México, con la Fiesta dependiendo de dos despachos, que son los que hacen y deshacen y en pleno declive. Cruzarse de brazos y esperar a dejar que pase la tormenta es la más inútil de las soluciones posibles.
¿Contemplaran los señores asesores del ministro Wert todas estas realidades a la hora de redactar sus recomendaciones para el anunciado Plan de Promoción y Protección de la Fiesta? Desde luego, si nos dan una teórica de las habituales, sin entrar en el fondo real de los problemas, serán seis meses perdidos, lo que han tenido para elaborar su documento.
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